Esta mañana me reclamaba el libro de Nieves Muriel: Madrid (Sabina Editorial, 2018). Anoche lo dejé reposar para hoy ser regalo. Y así está siendo: hágase en mí. En su dedicatoria, leída en la cocina, Nieves Muriel me habla de entrañas y de sed, de ir a la fuente: pero no a la fuente del agua sino a la fuente de la sed.
Nieves Muriel habla de linaje, de la madre, de ordenar el mundo, de escribirnos mucho las mujeres, de la cultura femenina que nos falta, borrada, menudeada; Nieves Muriel nos habla* de ordenar el mundo de nuevo, simbólicamente, teniendo en cuenta a la madre, a nuestro origen, a la genealogía, al linaje. Habla de traer en nuestra escritura el reconocimiento de nuestros orígenes, el orden simbólico de la madre. Todo esto ayer lo oí de su cuerpo, puesto al mandato de la poesía, a la obediencia de ese mandato que viene de las entrañas. Todo su cuerpo nos cantaba, mientras la mano derecha sostenía el canto. Nos regaló unas palmas huecas y sordas, como tambores que preconizan la desgracia: «¡Ay!, Aquí-no-me- di-gas na-da (…) BA-vio-LADA, La niña-BA-vioLA-DA» terminaba de cantarnos con lágrimas en los ojos. De su BavioLADa de la justicia II, en Madrid.
En este artículo, como Nieves Muriel nos recordó ayer, trayendo a su vez las palabras de Isabel Escudero: la tinta robada, en cursiva. Sea tinta o sean palabras de antes de la tinta, dichas con el cuerpo, recibidas en el cuerpo.
A quién se enseña, pienso, y quién aprende. Qué figura es la del que imparte. Y entonces sé que quiero ser de las que aprenden de otras que «no saben» y que quiero ir a la fuente de la sed de las otras que ya saben. Quiero aprender con el cuerpo, con la piel del corazón. Quiero aprender de otras que todo lo tienen en su vientre, que todo lo gestaron allí, a través del tiempo.
Quiero ser viento que trae la palabra, quiero ser bosque que mece el viento que trae la palabra. Quiero ser ave que vuela el bosque, que mece el viento que trae la palabra. Quiero ser árbol que acoge al ave que vuela el bosque que mece el viento, que trae la palabra. Quiero ser tierra que nutre al árbol que mece el viento, que acoge al ave, que vuela el bosque, que trae la palabra. Quiero ser rama que mece al ave que trae al viento, que vuela el bosque que acoge al árbol, nutre la tierra, trae la palabra. Ser la raíz que nutre el árbol, nace a la tierra, que acoge al ave que mece el viento, conduce al nido, hace la palabra. Quiero ser nido que acoge al ave, que mece el viento que habla al árbol que mira al cielo, que acoge al ave que nutre al viento, mece la rama, lleva la palabra. Quiero ser llama. Ser nido, ser raíz. Ser viento. Voz. Palabra.
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