Ausencia(s)

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«El terror de la ausencia
supera al dolor de la propia ausencia».

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Terror a sentir nada. Terror al vacío. Terror a, un día, no existir. Intentar imaginar cómo puede ser no ser. No respirar. No ser, aquí, un cuerpo. Paralizada en la cama, no puedo dormir. La muerte no existe en cuanto no la pueda experimentar sabiendo que estoy, no muriendo, sino que ya no estoy existiendo.

Lloro de angustia en la cama. Me pregunto obsesivamente a dónde van a parar los recuerdos, si es que los recuerdos van a parar a algún sitio. Si es que siguen existiendo sin nosotras. ¿Siguen los recuerdos al cuerpo, se van con él?

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Tenía la manía de apuntar cada cosa, cada hora. Sus diarios eran una locura de fechas con los días, las horas y los minutos exactos de cada fragmento de vida que allí dejaba. Así, creía que el recuerdo permanecería, que nunca se iría. Hace poco, escribía: «Quiero conservar este recuerdo. Aunque quiero no tener que conservarlo, porque se renovará con otro. Eso significaría que sigo construyendo presente y se van enlazando unos con otros, los recuerdos, como algo vivo. No como un testimonio agónico, no para recrear con nostalgia, no para traer al presente aquella sensación o aquel día o aquella persona. Todo ello estará vivo, e irá generando su propio presente, en llamas.»

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La ausencia. El pasado. Ya es ausencia. Según escribo me separo de lo anterior, y la palabra fluye y es río que lleva, es un río que me lleva y me hace bordear la ausencia. La palabra llena el vacío, la oquedad. Oquedad de hueco, herida, agujero, negrura. Como un pozo.

La palabra trae presencia frente a la ausencia. Coloca, llama, coge por los hombros, endereza, enfoca. Es cueva. Lugar seguro donde arde el fuego que yo misma prendí.

En esta presencia: palabra, fuego, sed. Y agua que calma la sed.

Terror, la ausencia. Terror a no saber qué hacer con todos los recuerdos. Terror a estar llena de pasado. De amantes, lugares, abrazos, tequieros, paseos, madrugadas, sábanas, suelos, sillones y cuartos de baño. Llena de casas de otros por dentro. Terror a vaciar mi casa de los recuerdos.

Soy toda ausencias. No soy más que una suma de todas las ausencias. De ellas me conformo. No soy más que un gran vacío que se llena con palabras, libros, voces, músicas, iconos de wasap, besos, nostalgias. No soy más que una suma de todas las ausencias.

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(Reflexiones en torno a un tema: la ausencia. Intemperie. Noviembre de 2020).

Publicado por aurora efe

Trabajo desde una mirada poética y crítica. Desarrollo mi voz con reflexiones e investigaciones sobre cuerpo-voz, escritura, música, poesía y vida | Escribo | Narro | Traduzco | Traduzco poesía del portugués al español | Aprendiendo a mirar desde una perspectiva feminista y queer.

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