Hay que ponerle cuerpo, hay que dejar que suceda

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Me pregunto sobre la relación con mi cuerpo, me hago preguntas, hago preguntas a mi cuerpo. La mente fulmina. Tiene respuestas para todo. El cuerpo: a veces se mueve y otras se queda estático. Intento responderlas poniendo el cuerpo en acción, como si la cosa no fuera conmigo, pero sintiendo ese querer-estar-en-mi-cuerpo y todo bien. Y cuando llega el momento de bajar a tierra todas las teorías, la idea luminosa, que parecía sostenerse sobre una estructura, pero resulta que no está, se diluye: aparece la mente y da sus instrucciones: quédate ahí, no te muevas, no seas ridículo, tú eres más mente que cuerpo, desde cuándo sales ahí a hacer el qué.

Ni siquiera los pensamientos aparecen en forma de palabras claras, pero hay una instrucción debajo que está diciendo: para, no te muevas, ¿a dónde vas? mejor quédate escribiendo, tú tienes todas tus teorías en la cabeza, para qué sacarlas ahora, ¿cómo piensas materializarlo?, ¿qué piensas que vas a crear a estas alturas?, ¿qué puedes tú contar con tu cuerpo? Tu lugar es la palabra, quédate en el terreno que dominas, es tarde para pasarte a otro lugar de juego. Y me empeño, y sigo queriendo pasar la frontera de lo escrito a lo material, y ni siquiera puedo plasmar por escrito lo que quiero materializar, decir ya con el cuerpo, es como si hubiera una desconexión entre lo que aparece en mi mente con lo que mi cuerpo indaga y pide. Lo que mi cuerpo desea y no se atreve, lo que mi cuerpo grita y no se concede.

–Prés-ta-me a-ten-ción.

Hay un comienzo de diálogo, en voz muy baja, en el que parece que mi cuerpo, sus movimientos, y mi mente, y sus pensamientos, empiezan a entenderse, en el que parece que ya hay un espacio común, y entra la emoción, y lo hace en plural: emociones, que han aprendido a abrirse paso entre tanta palabra. Y se manifiestan tímidamente. Y quedamos expectantes, preguntándonos cual será el resultado. Y hay, al menos, otras dos preguntas: ¿a dónde quieres llegar? ¿de qué estás huyendo? Y surge la tercera: ¿qué te ha traído hasta aquí? Quizá, simplemente, se trata de dejar que el cuerpo las vaya respondiendo, poco a poco, dándole su espacio, concediéndole su lugar, dándole permiso para que exprese sus respuestas.

Intuición, tacto, piel, barrera, mente, mente, mente. Carne y hueso. Separación. Confusión. Pero mi cuerpo no cede. Quiere ser el centro, quiere por fin tomar su poder. Y me veo desde fuera, y me siento neutral, como si la lucha no fuera conmigo y digo: adelante, esto es un juego, es un camino, hay que ponerle cuerpo, hay que dejar que suceda.

Publicado por aurora efe

Trabajo desde una mirada poética y crítica. Desarrollo mi voz con reflexiones e investigaciones sobre cuerpo-voz, escritura, música, poesía y vida | Escribo | Narro | Traduzco | Traduzco poesía del portugués al español | Aprendiendo a mirar desde una perspectiva feminista y queer.

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