Bohumil Hrabal, escritor checo a quien ya dediqué esta entrada hace unos años: La vida no se domestica. Vuelvo a él y a sus libros para dar a conocer sus títulos, temas y obsesiones, su niñez adulta, su corporalidad hecha palabra, así como los oficios que desempeñó. Títulos que conozco gracias a la traducción gozosa de Mónica Zgustová, que también escribió una deliciosa biografía sobre Hrabal: Los frutos amargos del jardín de las delicias. Todo ello, claro, bañado en cerveza.
En el minuto 29, os leo algún extracto de Una soledad demasiado ruidosa, exquisito texto de Bohumil Hrabal. Pinchando en el enlace: Aurora Feijoo : Sobre Bohumil Hrabal, en Radiopolis Sevilla.
Los temas musicales son maravilla, y pronto ampliaré este post para que podáis enlazarlos directamente a su bandcamp para escucharlo/colaborar con los artistas. Todo viaje en la radio es una inmersión en vidas, músicas, lugares, y nunca sé lo mismo cuando empiezo, que cuando termino. Bueno, esto nunca termina. Quiero decir, siempre avanzo en las tinieblas cuando me voy documentando para el guion, y en el proceso voy alcanzando pequeños puntos de luz. Pero son las personas, siempre son las personas. Y es ya en la conversación posterior, en el directo, y en el intercambio de palabras y emociones cuando siento que todo este tiempo que dedico a ello me vale la pena, me sirve de alimento, me hace crecer, y también: me hace creer. Me hace creer en la posibilidad de un mundo mejor. Desde la literatura a los activismos, pasando por el cuerpo, celebrando la música, y siempre con la palabra.

Bohumil Hrabal en el bosque de Kersko, donde vivió en una casa entre los árboles con su compañera, y acompañados de sus gatos